TAREA 3: FRAUDE CIENTÍFICO 

El fraude científico es una práctica condenable y condenada no sólo por la comunidad científica, sino también por la sociedad. Más allá del debate sobre dónde posicionar la línea entre el fraude y las conductas cuestionables éticamente, como  bien explica Joaquín Sevilla, cabe plantearse qué impulsa a la comunidad científica a llevar a cabo no solamente prácticas claramente fraudulentas, sino también prácticas que, si bien no podrían calificarse de fraude, sí se les podría atribuir cierta falta de ética. Sin ánimo de defender la mala praxis, la investigación, como profesión, está precarizada, especialmente en las primeras etapas: bajos salarios y mucha competitividad. 

Citando a Jean-Jacques Rousseau, "el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe", y es que, esta situación de inestabilidad laboral y económica puede corromper al investigador y ser un motivo suficientemente significativo como para llevar a cabo prácticas fraudulentas que, entre otras cosas, ayuden a mejorar la reputación de dicho investigador en la comunidad científica. Como ejemplo de ello, aunque dejando de lado los posibles motivos que lo impulsaron, se puede señalar el "Caso Corchado", donde Juan Manuel Corchado, Catedrático de Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Salamanca orquestó un sistema de autocitas para ganar relevancia, llenando sus publicaciones de fuentes propias y beneficiándose de un sistema propenso a valorar la calidad de los investigadores más en términos cuantitativos que cualitativos. 

La autocita propiamente no es fraude, siempre que se haga en términos de calidad investigadora y no con el único fin engañar al algoritmo para ganar relevancia en la comunidad científica llenando las publicaciones de fuentes propias sin sentido alguno. 



Comentarios

  1. Escandaloso caso el que comentas, que aún sigue generando gran incomodidad...

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